La Luci ataca de nuevo!!!!!
No os perdáis este post sobre nuestra raza. Cuánta verdad junta.
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La razón de mi ausencia estas últimas semanas es que, por fin, pude cogerme las vacaciones que me debía del año pasado y me he ido un par de semanas a hacer las Américas. ¡Jódete Callejeros, yo también viajo!
LOS USA |
Como este post lo estoy escribiendo en riguroso directo en el avión de ida, no puedo deciros cómo ha ido el viaje, pero prometo que si es susceptible de dedicarle un post entero, lo haré. De lo que me gustaría hablar hoy es de los aeropuertos como objeto de estudio sociológico.
Y ahora diréis “joder, otra plasta que quiere usar los manidos recursos y bromas de los viajes y los aviones, que si meter mil kilos en maletas pequeñas, que si no hablas inglés te entiendes con señas, que si el tamaño del baño del avión…”. Pues no, malpensados, no soy tan políticamente correcta y, además, tengo estos tres temas totalmente superados. Primero, nunca uso maletas pequeñas porque como mi talla es la XXLUCI, ya solo la bolsa de las bragas me da para llenar la maleta tamaño cabina. Segundo, hablo un “pitinglish” digno de Shakespeare, porque siempre me pongo Jersey Shore en versión original. Tercero, no me importa el tamaño de los baños en general, porque con los años y millones de sentadillas, he desarrollado unos cuádriceps dignos de un futbolista que me permiten orinar casi de pie. Lo que de verdad me interesa es hablar del “homo hispanicus” como sujeto de un comportamiento peculiar.
Al “homo hispanicus” le gusta hacer cola: cuando he llegado esta mañana (más bien de madrugada) al aeropuerto, la compañía tenía preparadas unas máquinas de “auto check-in” para agilizar el proceso de facturación. Ese paso no era necesario si ya tenías la tarjeta de embarque. Pues la mitad de la gente que estaba en la cola llevaba sus tarjetas en la mano, pero ellos “por si acaso” se ponen en la cola. Por supuesto, hablo de la mitad española.
El “homo hispanicus” sigue desconfiando del extranjero: como yo había hecho el “auto check-in”, pero no había podido imprimir la tarjeta de embarque, me he ido a poner en la cola, pero justo llegaban dos chicos africanos perdidísimos, que han ido a preguntar directamente a la chica del mostrador. Ante el riesgo de que se colasen, todos los “homo hispanicus” han hecho el clásico proceso de seguimiento con la mirada y cara de “no te cueles extranjero que te veo”. Aprovechando el momento racista, yo me he colado vilmente y me he ahorrado veinte minutos de espera. Más sabe el diablo por putilla que por diablo.
El “homo hispanicus” teme perder la carrera de las colas: no hay nada que estrese más al “homo hispanicus” que tener que escoger entre varias colas. ¿En cuál me pongo? En esa hay menos gente, pero hay dos abuelas y eso cuenta doble tiempo. ¿Y si el que tengo detrás va por otra cola y pasa más rápido? ¡Qué ridículo! No podría soportar tanta humillación ante todos estos desconocidos que jamás volveré a ver.
El “homo hispanicus” nunca escucha las recomendaciones de los expertos: y por eso se empeña en pasar por el arco detector con el reloj, la cadena del Cristo de los Tarados, el “nomeolvides”, el cinturón y la colección numismática más grande de Europa dentro de los bolsillos. Y cuando el arco pita porque lleva más metal en el pantalón que un chatarrero en la fragoneta, su respuesta automática suele ser “es que la máquina debe estar mal”.
La manada del “homo hispanicus” siempre debe mantenerse unida, así que sea cual sea la parada que se haga en el camino del control a la puerta de embarque, debe ir todo el grupo junto en todo momento. Y si hace falta, te esperan a la salida del baño para comprobar que todo ha ido correctamente ahí dentro y que no te vas a perder en los cinco metros que te separan de ellos.
Mención especial merecen las hembras de esta especie, aunque no todas, sino aquellas que se maquean para viajar. Mientras yo encaro mis próximas diez horas de vuelo con lo que yo llamo “mi chándal de arreglar”, véase leggins, vestido-camiseta de algodón, calcetín gordote y calzado deportivo, estas hembras tienen la enorme y admirable fuerza de voluntad de llegar al avión a las 6h de la mañana ya peinadas de plancha, maquilladas y con un outfit digno de presentar las campanadas de fin de año con Ramón García. Os juro que al lado mío en la puerta de embarque había una así, con unos peep-toes de, lo menos, 10 centímetros de tacón de aguja. Y hoy ella es la digna merecedora de la banda “miss vuelo transoceánico”.
Y con este análisis os dejo que acabo de ver que en la mini tele puedo ver la última de la saga Crepúsculo, y me han dicho que en esta por fin fornican!!!!!
Besitos de la reina gordilla. XOXO.
XD Me ha encantado tu post Luci, me he reído muchísimo... Cuánta verdad! me he teletransportado a Barajas una mañana cualquiera :)
ResponderEliminarjajajaja este año que voy camino de ser cinturón negro de ryanair estoy aprendiendo mucho sobre esta raza... pero lo de las colas es lo que peor llevo, qué afán por esperar en filita!
ResponderEliminarmañana de madrugada cojo un avión, apuesto a que me encuentro a más de tres misses que competirán con mi look llevotodalanochemetidaenunautobús ;)
Eres un crack Luci!! Me encantan tus posts!! ya me has alegrado la mañana, pasalo bien por los Estados Juntitos..... besos, Pati x
ResponderEliminarMe parto contigo!!! Eres genial!!!
ResponderEliminarEspero que las dos semanas de viaje ta hayan dado para más relatos, espero impaciente el siguiente!
ResponderEliminarMuy buena descripción. Y lo peor la cola de ryanair solo por ponerse no se si en la cola o delante del avión... ¡¡Todos llevamos billetes y todos entramos!!!!
ResponderEliminarhttp://blog.sacelen.com
www.conideasyaloloco.com
Muy bueno tu post. Tienes toda la razón.
ResponderEliminarYa nos contarás, que me das una envidia... Tengo unas ganas locas de hacer las Américas.
Besos.
Maravillosa!! Pásalo genial
ResponderEliminarBesillos
http://faroteo.blogspot.com
Me tronchoo!! jajajajaja
ResponderEliminarCuánta verdad!
Besitos
Buenísimo. La verdad es que es así, tal cual como lo cuentas. Me has necho reir con todo lo que relatas, pero más con la tipa que estaba alado tuyo en la fila vistiendo unos tacos. CLASICO. Creen que se van a una fiesta. Con esto no digo que no hay que viajar fashion, pero vamos... tampoco con tacos.
ResponderEliminarJajajajajaa dios, lo has clavado, Luci!!! Cuántas veces me habré quedado atónita viendo al desfile digno de cualquier pasarela de chicas perfectamente arregladas... Sólo una vez viaje con botas de un tacón pequeño y jamás repetiré la experiencia. Si quiero parecer fashion, me llevaré un par en el bolso y me lo pondré justo antes de hacer la aparición en llegada (o no me lo pondré según si estoy muy cansada). Es muy incómodo, sudas, pasas estrés, a veces tienes que andar (vease correr) porque te han cambiado la puerta de embarque en el último momento... Y todo esto con tacones? Ya no digo nada si llevas equipaje de mano...
ResponderEliminarAsí que nunca entenderé para qué hay que arreglarse tanto...
Saludos,
Vilka (vilkalia.blogspot.com