LA LUCI: SOY FEMINISTA - ¡UY LO QUE HA DICHO!

Otro post en la saga de posts más graciosos y brutalmente sinceros de la blogosfera. Este tema me toca particularmente ya que por haber fundado El Club (que es exclusivamente femenino) y Craft and the City (que de momento también lo es) me acusan continuamente de feminista. Y no sé qué tendrán que ver churras con merinas, pero bueno. Aquí va otra perla made in Luci.

No sé cuál es la razón de que aún a día de hoy, cuando una mujer dice ser feminista, al resto de seres humanos que hay a su alrededor se les queda la cara como si estuvieran posando para El Grito de Munch. Lo que me parece aún más sorprendente, es que no solo se sorprenden los hombres, sino que muchísimas mujeres se asombran de que otra mujer tenga “ese” tipo de ideas en la cabeza.

Yo me crié en una casa donde tanto mi padre como mi madre trabajaban fuera de casa y los dos hacían una jornada laboral intensa, pero solo mi madre trabajaba dentro de casa. A pesar de este “gran” ejemplo, yo siempre pensé que eso no podía ser normal. No sé si ese pensamiento alternativo venía de serie con mi personalidad, o lo adquirí tras tragarme la serie completa de Las Chicas de Oro: Sophia eres mi ídolo.


Esa pauta machista se filtró en mi educación y mi madre recurría a mi hermana y a mí para ayudar en las tareas domésticas, mientras mi hermano gozaba de inmunidad absoluta y podía dedicarse a cosas verdaderamente importantes como ver partidos de fútbol del nivel Hospitalet contra Navalcarnero en el Canal +. El mensaje que llegaba a mi joven e inocente mente era que a mí me “premiaban” por ser buena hija y buena estudiante con trabajos forzados (no hay nada que dé más pereza que tener que vaciar el lavaplatos), en cambio a mi hermano, que tenía un comportamiento menos loable, le dejaban hacer lo que le daba la gana. A partir de ese momento me convertí en feminista.

 

Soy feminista porque creo que el mundo como está hecho ahora es una contradicción - y no me refiero solo al hecho de que Jennifer Aniston siga soltera - pero tanto para las mujeres como para los hombres. Así que pensándolo bien, soy feminista y machista a la vez, pero en un sentido positivo de la palabra. Y como la palabra machista ya tiene carácter negativo, diremos que soy feminista y hombrerista. Hombrerista como los Locomía.


Por mi experiencia, cuando a día de hoy dices abiertamente que eres feminista, debes soportar comentarios del tipo “¿y qué te han hecho a ti para convertirte en eso?”, “pues vaya tonterías que dices” o, mi favorita, “¿no serás lesbiana y lo estás malinterpretando?”. Yo no le pregunto a la gente las razones que les han llevado a ser más de izquierdas o de derechas, del Barça o del Madrid o de Fringe o de Lost, más que nada porque me la trae al pairo. Para esta gente tan abierta de mente, detallaré alguno de mis razonamientos en lo que yo llamo mi momento Willy Toledo, dando la brasa sin ton ni son:


· Creo que si hubiera dedicado el mismo tiempo que he empleado en pasarme la Silk Epil por las piernas a leer libros o periódicos, a día de hoy sería muchísimo más sabia y, posiblemente, muchísimo más peluda, aunque eso es menos importante. Pero en vez de quejarme de que si las publicaciones femeninas y la TV me empujan a hacer determinadas cosas para evitar convertirme en una “outsider” cría pelos, pues me fotodepilo entera y así no tengo que preocuparme más. También creo que los sobacos peludos de hombre deberían estar demodé: no me digas que vaya a acurrucarme bajo tu brazo cuando vas sin camiseta, porque todo lo que veo es una mata de vello que me atacará la cara… Aquí se abre el debate de vello masculino sí o no.

· Creo que el hecho de que en las relaciones de pareja los roles no estén predefinidos y se definan en función de la personalidad de cada uno de los miembros, es lo más sano para el futuro de la relación. Que a los demás les haga gracia y hagan bromas estilo “estos parecen los de Escenas de Matrimonio” demuestra tener la mente menos abierta que el ojete de un percebe.

· Creo que si en una reunión de trabajo en la que se puede cortar la tensión con tijeras, y llevo dos horas oyendo a todos los hombres de la mesa diciendo cosas como “eso por mis huevos” o “tenemos que ponerle cojones” , el hecho de que yo responda a la pregunta “¿y esto con qué garantía?” diciendo “con la que tengo en el coño metía”, no debería ser algo tan espeluznante y sobrecogedor. Gracias Carmen de Mairena por tus enseñanzas.


Por último, os dejo con una reflexión que me ha resultado de lo más realista:

de aqui