28.5.12

LOS VALORES FEMENINOS CAMBIARÁN EL MUNDO

En marzo leí un precioso artículo de El País titulado Aurora Boreal, que mucha gente compartió en sus redes sociales porque contiene uno de los mensajes más positivos y los ejemplos más esperanzadores a los que podemos agarrarnos en estos días un tanto inciertos. Islandia ha sido los últimos años el paradigma de la revolución y el cambio, desde que primero lograron hacer dimitir a todo su gobierno, siguiendo por su intención de encarcelar a los responsables del desastre financiero que sufrió el país y tercero y mucho más importante, por su capacidad para renacer y sobre todo para no volver a cometer los mismos errores.

De ahí que estén adoptando un modelo distinto para hacer las cosas: un modelo femenino (que no feminista necesariamente).







He hecho un resumen del genial artículo (escrito por un hombre) por si vais con prisas -pero leedlo cuando tengáis un rato!-:

Los tres bancos principales de Islandia quebraron en octubre de 2008 y dejaron deudas que ascendían a más de 10 veces el PIB del país. Islandia, que hasta entonces ocupaba el primer puesto en el Índice de Desarrollo Humano de Naciones Unidas (es decir, el mejor sitio para un ser humano en el planeta Tierra), se encontró mucho más allá de la bancarrota. Y se echó la culpa a los hombres. Los hombres le echaron la culpa a los hombres. En el partido del Gobierno dominaban los hombres, los banqueros casi sin excepción eran hombres y los temerarios, absurdamente ambiciosos, impulsos que condujeron a una pequeña nación de pescadores a creer que todos se estarían bañando en champán francés por el resto de sus días eran categóricamente, exclusivamente, decididamente masculinos. Así que entonces, como comentó el Financial Times en aquel momento, aparecieron las mujeres para arreglar el lío. El primer ministro fue sustituido por la primera mujer en la historia de Islandia en ocupar el cargo, Jóhanna Sigurdardóttir (gay y casada, con dos hijos de un fallido matrimonio anterior con un hombre), que continúa ejerciéndolo hoy. Las mujeres constituyen la mayoría del Gobierno, cinco carteras ministeriales, frente a cuatro hombres. Se despidió a los consejeros delegados (todos varones) de los bancos que habían quebrado, se cambió de nombre a las entidades y se colocó en sus cargos a mujeres. Cada vez más mujeres se hacen empresarias o empiezan a aparecer en los consejos de administración de empresas privadas. Por escoger entre numerosos ejemplos, la consejera delegada de la mayor compañía de seguros de Islandia en la actualidad es una mujer, igual que la responsable para el país de Rio Tinto Alcan, que encabeza el poderoso sector nacional del aluminio.


El tópico, desde Margaret Thatcher, es que las mujeres en puestos de poder son, por necesidad, damas de hierro, que triunfan a base de pensar como hombres. La proposición que me planteé explorar en Islandia fue si el cambio había sido lo suficientemente profundo como para que a los hombres no les haya quedado más remedio ahora que pensar como mujeres.


En lo que todos los parlamentarios están de acuerdo es en que la época del capitalismo de enriquecimiento rápido se ha terminado. La palabra clave, hoy, es sostenibilidad, y todos los partidos la repiten en sus declaraciones públicas. Y la sostenibilidad, en opinión de la ministra Jakobsdottir, es un concepto más femenino que masculino. Ella lo explica así: “Mucha gente achacó los excesos de los banqueros que nos causaron tantos problemas a una cultura masculina”. “En 2009, todo el mundo decía: ‘Lo que necesitamos es menos pensamiento de chulería masculina y más mujeres con ideas pragmáticas y estratégicas’. Lo que hemos aprendido desde entonces es que si queremos permanecer alejados de la crisis y construir, todos sabemos que hay que pensar no en el futuro inmediato, sino en los próximos 10 o 20 años. Esa no es la forma de pensar de un Gobierno dominado por hombres; esa es una manera de pensar femenina”.


Le pedí que me dijera en qué terrenos concretos se podían detectar estos cambios. “Hay muchos ejemplos. En general la influencia femenina se ve en este énfasis que le damos al desarrollo sostenible, en construir la economía pensando a largo plazo, de manera fiable y segura. Las mujeres piensan en esos términos porque está en su naturaleza. Un ejemplo más específico: cómo estamos encarando los temas de los impuestos y los presupuestos. La idea es analizar los diferentes impactos que el sistema tiene sobre los hombres y las mujeres, y ver cómo podemos ajustarlo para generar más igualdad entre los géneros. También se ve la influencia femenina en la discusión sobre el empleo. Los hombres se centran en cosas como la industria del aluminio. Nosotras hablamos de los sectores creativos. Hemos llegado a la conclusión de que las artes —en especial la música y la literatura— aportan tanto dinero al país como la extracción de aluminio. No creo que a los hombres se les hubiera ocurrido ni pensarlo”.


Hablé con muchas otras mujeres, y todas expresaron variaciones de la misma idea. Audur Bjork Gudmundsdottir, directora ejecutiva en una compañía de seguros, dijo que los problemas de Islandia partían de que la gente había estado corriendo demasiado de prisa, lanzándose a grandes aventuras sin pararse a examinar los detalles de lo que estaba haciendo. “Hoy, en los consejos de administración de las empresas, en los que se ve cada vez a más mujeres, se hace hincapié en la responsabilidad, no en correr riesgos ni en intentar hacer mucho dinero muy rápido”.


Birna Einarsdottir, una de las consejeras delegadas de bancos nombradas para desplazar a los hombres inmediatamente después de la crisis de 2008, dice que la gran lección que han aprendido los islandeses mientras salían de la recesión y entraban en el crecimiento ha sido: “Atenernos a lo que sabemos; no pasarnos de listos”. “¿Quién dijo que los islandeses eran los mejores banqueros del mundo? ¿De dónde salió esa idea? De modo que, ahora, la regla es ser humildes, conocer nuestras limitaciones y aprovechar nuestras ventajas. Y, en vez de pensar que sabemos todo, hacer preguntas; pedir ayuda”. Que es lo que hacen las mujeres; no los hombres.


“Estamos entrando en una industria que antes era exclusivamente masculina”, me dijo una sonriente Sigurgisladottir, “y eso es sintomático de lo que está ocurriendo en Islandia desde la crisis. Las mujeres están asumiendo un papel mucho más activo en la economía, asumiendo más responsabilidad, y también nos apoyamos mucho más unas a otras, creando clubes de mujeres, aprovechando oportunidades más que nunca”.


Siendo madre de tres niños de menos de ocho años, siendo la ministra responsable de educación, ciencia y cultura y la número dos en el partido de Gobierno (lo cual hace pensar que es una probable futura primera ministra), Katrin Jakobsdottir es la Amazona diminutiva que encarna estos grandes cambios.  Fue ella la que me dio la respuesta a la pregunta que me había planteado al llegar a Islandia esta vez. El cambio más grande de los últimos años era que, efectivamente, los hombres sí estaban pensando más como mujeres. “Tener un Gabinete con la mitad hombres y la mitad mujeres, y ahora con más mujeres, ha marcado la diferencia”, me explicó. “El centro de atención político cambia cuando hay más mujeres en el Gobierno; quiero decir que hay una diferencia en lo que se debate. Por eso en estos últimos tres años ha ocurrido algo grande e importante, y en lo que no creo que haya posibilidad de dar marcha atrás. Hemos cambiado la naturaleza de la discusión”.




Al leer el artículo recordé también una de las conferencias de TED, donde Halla Tomasdottir (islandesa y economista) cuenta cómo ha creado una empresa -y cómo podemos salir de esta situación- simplemente adoptando valores femeninos.

He hecho también un resumen, que tengo el día rollo instituto venga a resumir apuntes :)




Puedo asegurarles que en mi país, al igual que en Wall Street, Londres y otros lugares los hombres encabezaban el juego del sector financiero. Y esa falta de diversidad, esa uniformidad, lleva a problemas desastrosos.

Así que decidimos, un poco hastiadas de este mundo y con la fuerte sensación en el estómago de que esto no era sostenible, decidimos incorporar valores femeninos al mundo de las finanzas.


Creemos en la conciencia del riesgo. Creemos que siempre se deben entender los riesgos que se están tomando, y no vamos a invertir en cosas que no entendemos. En 2007, en la cumbre de las hipotecas de alto riesgo y de las estructuras financieras complejas, era todo lo contrario: se corría imprudentemente mucho riesgo.
También creemos en hablar claro, en decir las cosas como son, usando lenguaje llano que la gente entienda, contándole a la gente las desventajas así como los pros potenciales e incluso las malas noticias que nadie quiere dar como nuestra falta de confianza en la sostenibilidad del sector financiero islandés que ya habíamos tenido meses antes de la crisis.
Creemos en las ganancias con principios; nos preocupa cómo obtenemos la ganancia. Por eso si bien queremos una ganancia para nosotros y para nuestros clientes, estamos dispuestos a hacerlo con una visión de largo plazo. Y nos gusta tener una definición más amplia de las ganancias que sólo el beneficio económico del próximo trimestre. Por eso nos gusta ver ganancias más beneficios sociales y ambientales positivos cuando invertimos.

Pero no se trataba sólo de los valores, aunque estamos convencidos de su importancia. También se trataba de una oportunidad comercial. La tendencia femenina y la tendencia de sostenibilidad van a constituir una de las oportunidades de inversión más interesantes en los próximos años. La cuestión de la tendencia femenina no es que las mujeres sean mejores que los hombres sino que se trata de que las mujeres son diferentes de los hombres, de que aportan valores y formas diferentes a la mesa. ¿Qué aportan? Aportan mejor toma de decisiones. Y menos comportamiento de rebaño. Y ambas cosas golpean la línea de fondo con resultados muy positivos.

¿Habéis visto la increíble prisa por reconstruir las mismas cosas que nos fallaron? Einstein dijo que esta era la definición de locura: hacer las mismas cosas una y otra vez esperando un resultado diferente. Así que supongo que el mundo está loco, porque veo mucho el hecho de hacer las mismas cosas una y otra vez, esperando que esta vez no se derrumbe sobre nosotros. Quiero ver más pensamiento revolucionario. Y sigo optimista. Como TED, creo en las personas. Y sé que los consumidores son cada vez más conscientes y que van a empezar a votar con sus billeteras y le van a cambiar la cara a los negocios y a las finanzas desde afuera si no lo hacen desde adentro.

Algunos dicen que las manifestaciones frente a nuestro parlamento fueron el inicio de un movimiento global. Cinco años después Islandia eligió a Vigdís Finnbogadóttir como presidenta, primera mujer en ser jefe de Estado, madre soltera, superviviente de cáncer de mama, a quién se le tuvo que extirpar un seno. Y en una de las etapas de la campaña, uno de sus contendientes masculinos aludió al hecho de que no podía ser presidente por ser mujer, e incluso media mujer. Esa noche ganó las elecciones, porque le respondió, no sólo por ese comportamiento ruin, sino que ella respondió y dijo: "Bueno, en realidad no voy a amamantar a la nación islandesa, la voy a liderar".

Empecé en el mundo corporativo de EE.UU. y estaba absolutamente convencida de que todo dependía del individuo, que mujeres y hombres tendrían las mismas oportunidades. Pero últimamente llegué a la conclusión de que no es así. No somos iguales. Y eso es genial; gracias a nuestras diferencias creamos y sostenemos la vida. Así que deberíamos abrazar las diferencias y buscar el desafío.

La idea final que quiero dejarles es que estoy harta de esta tiranía de las opciones excluyentes en la vida: son los hombres o son las mujeres. Tenemos que empezar a apreciar la belleza del equilibrio. Dejemos entonces de pensar en los negocios por un lado y la filantropía por otro y empecemos a pensar en hacer buenos negocios. Así vamos a cambiar el mundo. Es el único futuro sostenible.





Lo bonito del asunto es que no es un tema de mujeres contra hombres; no es una batalla donde haya que decidir quiénes son más fuertes o más inteligentes o más capaces. La verdad es que somos diferentes, y la igualdad real, en la vida y en los negocios, sólo pasa por aceptar y celebrar nuestras diferencias y llegar a una situación de perfecto equilibrio donde las cosas se hagan, simplemente, como tienen que hacerse. Y la testosterona, desgraciadamente, está reñida muchas veces con el sentido común y la capacidad para tomar decisiones (como dice este artículo que la relaciona con conductas de riesgo económico).

Por eso, en momentos en que hay que ser prudente pero resolutivo, en momentos en los que hay que pensar en la gente, empatizar, ser amable y tomar decisiones que beneficien a largo plazo, en momentos en los que hay que comportarse de forma humilde, colaborativa, no dictatorial, en momentos en los que es más que importante levantar el ánimo, evitar la confrontación y la violencia y sobre todo mantener la unidad, dialogar, encontrar puntos de unión y remar todos en la misma dirección, en estos momentos más que nunca es cuando el mundo necesita una mano femenina.

Por cierto que no hablo de manos femeninas en apariencia y masculinas en fondo (no hablo de Soraya Sáez de Santamaría, ni de Condolezza Rice, ni de Esperanza Aguirre, que se mueven como hombres en un mundo de hombres, a ver quién dice la burrada más grande, quién es más dura, quién tiene más poder, quién queda por encima en cualquier situación). Podrían ser hombres que se movieran con valores femeninos, obviamente. Podrían ser Mandelas, Ghandis, Sampedros, Roys.

Que si lo que teníamos hasta ahora no ha funcionado y nos está llevando al fracaso, ¿no valdría la pena darle una vuelta y hacer las cosas de otra forma?
Sólo sugiero.

Y aprovecho para decir que si tenéis intención de cambiar el mundo, de ser libres económicamente, de decidir vuestro futuro vosotras mismas, de vivir cada día disfrutando de vuestras pasiones y talentos y no dejarlos para el fin de semana, quizás os interesa suscribiros a la lista de correo que he creado para el proyecto Tu Empresa Handmade (la resurrección), que verá la luz después de verano.



Si sueñas con vivir más libre y más feliz, ¡suscríbete YA!



Un pequeño paso para vosotras pero un gran paso para la humanidad :)

7 comentarios:

  1. Pues hija, siempre he dicho que aunque yo sea mujer, no me gustan las mujeres políticas. Al menos todas las que vemos en la tele son unas HdP...

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  2. Hola!Muy buen día!
    Que alegría empezar la semana leyéndote, que se te echaba de menos, ains...
    Menos mal que yo ya estoy inscrita a la lista de correo, es más, se lo estoy diciendo a todas mis amigas, quiero que empiece yaaaaaaaa, me inspiras, me motivas, jajajajajaja!!
    Una sonrisa y hasta pronto,
    Gala
    http://galahoogstraten.blogspot.com

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  3. cada día estoy más enganchada a este blog
    olé post!

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  4. No puedo estar más de acuerdo con la presentación del artículo: Esperanzador... Aunque por desgracia, utópico (soy de esas que, aunque tiene mucha esperanza, también tiene muy poca fe en la especie humana).

    Como sucede con las empresas la competencia se entiende como algo negativo y se traduce como rivalidad. Igual que sucede entre sexos, se juega a "hundir" en vez de alimentar esas diferencias y aprender de lo positivo que nos puedan aportar.

    Por cierto, al comentario de @txilibrin si que es verdad que muchas de las mujeres que vemos actualmente en el poder rozan el patetismo, pero creo que precisamente es porque la sociedad en la que vivimos nos ha inculcado muy bien que para triunfar hemos de imitar la conducta masculina (error fatal pero tremendamente habitual).

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  5. Ya lo conocia un amigo escribio de él en su blog pero siempre está bien recordarlo

    http://blog.sacelen.com
    www.conideasyaloloco.com

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  6. A mi se me hizo un poco pesado leer tanta filosofía... :S

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  7. Creo que es mi post favorito de 3 años que llevo siguiendote. !!! lo voy a imprimir y enmarcar.

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♥ Gracias por comentar! (he tenido que añadir la verificación de palabra porque se me estaba metiendo mucho spam de repente... sé que es un coñazo, sorry!)

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