FOREVER21 E INTIMISSIMI TIENEN ALGO EN COMÚN

Pues como me invitaron a la pre-inauguración de Forever21 en la Maquinista y me daban unos dineritos para gastarme allí que me fui toda dispuesta. Los resultados de mis dos horas (en serio), dos horas recorriendo la tienda mientras un montón de camareros te ofrecían canapés y bebidas y de todo (no probé más que una botellita de agua al final, así que en realidad les salí barata) fueron una camisa a rayas marineras, una camiseta de un tejido muy gracioso con un bolsillito, dos packs de pulseras en plan gitanero y unos calcetinitos floreados. La tienda me pareció muy grande y muy surtida. Me pareció que los tejidos no estaban mal y que todo era efectivamente tendencioso pero en un sentido molón, nada exageradísimo, muy estilo L.A (me imagino a Kreyshawn comprando en Forever21!) Blondas, flores, flúor, estampados africanos rollo M.I.A., cropped t-shirts, shorts a mogollón. Vamos, a mi me gustó. No lo digo porque me hayan dado dineritos, ya que nadie me pidió que hiciera más post que el del otro día, pero he pensado hacerlo porque el estar allí me hizo reflexionar sobre un asunto. 

Cuando fui a pagar me atendió un chaval con una espléndida sonrisa (espléndida de amplia y agradable, no de que estuviera buenorrísimo necesariamente), y me habló en inglés y me preguntó qué tal y le respondí que bien gracias y me dijo que sentía no hablar español y le dije que no importaba, pero que como era que estaba trabajando allí y me dijo que habían venido de L.A. para dar soporte al equipo las primeras dos semanas y le dije que si estaba siendo una buena experiencia y me dijo que sí que estaba encantado y me dijo si ya conocía la marca y le dije que sí que de NY y me dijo que si había estado en la tienda de Times Square y le dije que sí (aunque no era verdad, me di cuenta después que la tienda donde estuve no era esa sino otra, pero en fin, no tenía más importancia) y entonces ya terminamos nuestra transacción y me dijo que pasase un buen día y le dije lo mismo y todo ese tiempo el chico no había parado de sonreír. 

Y todo esto lo digo no porque la conversación sea relevante, que no lo es para nada, sino porque yo NUNCA he tenido una conversación con ninguna cajera de ninguna tienda de ropa (que no sea de una tienda tipo boutique, me refiero). Y esa amabilidad no sucedió porque sí. No sé si habéis estado en Estados Unidos pero yo estuve unos días y me MARAVILLÓ el nivel de atención al cliente de todas las tiendas. Tienen en las puertas a personas que con mucha alegría te dan los buenos días y te dan cestas y te atienden si necesitas preguntar algo. Nada pomposo, de hecho la mayoría era en plan "hello, guys!", pero de eso a que cuando cruces la puerta el segurata de turno te examine para buscar trazas de sospecha en ti hay un rato. Y los dependientes te preguntan con amabilidad y una sonrisa si necesitas algo, y si ven que no, te dejan tranquilo pero te dicen su nombre por si quisieras buscarles de nuevo. Y cuando entras al probador están pendientes de si necesitas tallas u otra cosa. Entré en un Diesel y el chaval me saludó y me pregunto que de dónde era y me explicó nosequé de su ascendencia dominicana (pero no hablaba ni media de español) y de que iba a ir a Madrid en unos meses, me preguntó qué tipo de vaqueros me gustaban y me trajo como 8 pares para que me probase. Y aunque no me quedé ninguno, fue una experiencia de compra-no-compra muy agradable. 

Y en realidad no soy de ese tipo de personas a las que les gusta comprar con un par de ojos encima ni necesito que me hagan demasiadas fiestas, si quiero comprar pues compro y ya, pero lo cierto es que allí los tienen bien entrenados para hacer su trabajo al máximo nivel de exigencia y amabilidad, que es lo que se espera de alguien que trabaja en atención al cliente. Pero aquí las cosas no son así y aunque hay gente que hace muy bien su trabajo todos sabemos que en general no están para tonterías. En la cola del Zara te cobran y punto, suerte tienes si te dicen hola o hablan más que para decirte el precio total del asunto. Nadie suele sonreír ni decirte qué tal ni decirte que tengas un buen día.

Sin embargo, tengo una experiencia reciente muy positiva que quiero contar para que no parezca que todo es un infierno. Un día fui con Ari a Diagonal Mar porque habíamos estado en un sitio cerca y decidimos ir a comer allí. Mientras él pasó a saludar a sus amigos de Fnac yo decidí ir a ver si encontraba sujetadores en alguna parte. El destino quiso que la primera tienda por la que pasaba fuera un Intimissimi. He de decir que no solía comprar ahí porque me parece un poco overpriced para mi economía semi-sumergida, pero recordé que una vez en rebajas hace años compré dos sujes y me duraron un montón de tiempo sin hacer eso de las gomas dadas de sí o los aros saliéndose de su camino y me dije, "venga, entra a echar un vistazo". Una tienda muy pequeñita muy pequeñita con tres chicas charlando, cuando me vieron entrar y saludé una me vino a preguntar si necesitaba algo y le dije que iba a mirar de momento y me dijo que me podía enseñar el catálogo porque la tienda era peque y no tenían todo a la vista. Le dije que no porque me pareció bizarro ponerme a ver un catálogo, así que nada, me puse a mirar. Mientras miraba tranquilamente hubo un par de cosas que me gustaron y miré con atención, así la otra chica se me acercó y no recuerdo qué dijo pero terminé viendo el catálogo. Me sacó muchas cosas para ver, del estilo que yo quería, con la forma que yo creía que me sentaba bien, pero se notaba que sabían de sujetadores porque me dio otros modelos para que me probase. Y me MIRABA cada vez que me ponía uno, cosa que al principio he de decir que resultó algo incómodo pero lo agradecí enormemente después ya que gracias a sus consejos resultó que ni me compraba la talla que necesitaba ni la forma que me hacía el pecho más "mono" (sus palabras).

Estuve mil horas en el probador porque además esperaba a Ari que se perdió de camino (qué raro!) y se pasó la tienda tres veces. En medio de eso, dos de las dependientas me atendieron y me siguieron trayendo cosas, y las dos me enseñaron sus sujetadores para demostrarme cómo tenía que asentar y tal y tal. Ni que decir tiene que me gasté unos buenos dineros en tres conjuntos completos que me van genial y me fui feliz como una perdiz. La otra opción era comprar cualquier cosa mona y más barata en el Oysho o el WS de la talla equivocada y la forma inadecuada y que me durase dos telediarios, así que salí ganando.

Lo que viene a demostrar que cuando un dependiente hace bien su trabajo la vida del comprador se vuelve mucho más sencilla. Y os diré más: cuando quiera sujetadores no iré a cualquier sitio. Iré allí. O al menos iré a un Intimissimi como primera opción. Y si el señor dueño de Intimissimi lee esto, espero que no las deje escapar porque son de una especie en peligro de extinción. No recuerdo sus nombres pero una tenía los pechos operados y la otra naturales (según sus propias palabras).