DOMINGO, EL DIA DEL SEÑOR

Cuando era pequeña tenía una amiga de familia muy cristiana que decían que los domingos no había que hacer faenas porque era el día del Señor. A mi me gustaría que pudiera ser así pero siempre me toca pringar un poco con todo lo que no he podido hacer durante la semana, más ahora que trabajo mogollón (nunca pararé de quejarme). Así que en vistas de lo que me/nos esperaba hoy, ayer por la noche hice unas mini cherry pies para desayunar, y Ari sin saberlo trajo pastas ecológicas y brownie, así que nos hemos juntado con un buen desayunaco calórico para empezar bien el único día de la semana en que no tenemos que poner el despertador.
Eso que toma él mientras lee un Tintín es leche de soja con una mezcla de cereales llamada Bambú. Y eso que tomo yo es leche de vaca de las vacas que pastan sueltas por el campo y no de esas pobres que no tienen espacio ni para respirar con unos enchufes conectados a las tetas cada momento de su vida.

En fin, luego hemos colgado unas estanterías, y hem fet neteja y nos hemos pegado una siesta hasta las 6 de la tarde de la que me he levantado un poco mareada así que me he bebido un vaso de Sangría Don Simón que me encanta porque me recuerda a l'Ovella Negra y a cuando yo iba de fiesta por ahí. Y ahora creo que vamos a ver una película y a ver la final de Supervivientes y a desear que el primer capítulo de la nueva temporada de Mad Men sea muy guay para que mañana tengamos una noche espléndida, después de haber pasado la tarde discutiendo (previsiblemente) en IKEA, porque yo quiero un aparador que a él le parece feísimo y carísimo y todos los ísimos que uno pueda aplicar a un mueble en formato negativo.

Y como podéis observar he programado este post para mañana lunes (hoy lunes para vosotros). No es que esté desfasada fatal de lo mío.