de aquí |
Aquel martes que
fuimos del Roure al Vinilo, haciendo escala en La Nena, aquel primer martes, él
dijo que quería aprender a bailar swing. Entonces yo recordé la conversación
con mis amigas sobre lindy hop en la Virreina, y dije que yo también quería
aprender a bailar swing. Lo cierto es que deberíamos hablar de lindy hop a
partir de ahora, así se llama esta modalidad en concreto, pero lo cierto es que
nosotros siempre decimos swing.
El viernes siguiente
a aquel martes, él propuso subir a su casa a ver “Swing Kids”, o “Rebeldes del
Swing”, que es lo mismo. Nos dimos cuenta de que no era tan buena como
recordábamos, sino más bien mediocre a ratos, pero tampoco nos importó demasiado.
Yo sólo quería vestidos como esos para hacer acrobacias.
Y al final nos
apuntamos, y ahora los domingos por la tarde vamos a aprender pasos de lindy
hop que, un día, deberíamos unir para conseguir bailar una canción entera.
La clase es en uno
de esos centros culturales antiguos y bonitos (por fuera) del barrio de Gràcia.
Siempre vamos andando desde su casa, a veces muy rápido para no hacer tarde.
Siempre seguimos el mismo camino, cruzamos la plaza Joanic, subimos una calle y
seguimos recto. Entonces, cruzamos la puerta, subimos las escaleras, saludamos
y vemos lo bien que bailan los alumnos de la clase anterior, que deben de ser
P2, y nosotros, unos simples P1.
Nuestros profes son
muy simpáticos. Ella habla mucho y manda, aunque son los chicos los que mandan,
en el swing. Él me parece un tipo muy curioso y muy callado, al que los pasos
le salen con una naturalidad pasmosa. Yo creo que el único nombre que ella se
sabe de memoria es el de mi pareja, aunque no me extraña: si yo fuera ella,
también lo recordaría.
De momento, no
sabemos muchos pasos, aunque puede que los suficientes para bailar ya, puede que
cuando dejemos de equivocarnos y seamos capaces de hacer más de 5 seguidos.
En clase, cambiamos
de pareja todo el rato, hasta el momento final, en el que nos dejan volver con
la propia. Yo quisiera bailar todo el rato con él, no porque algunos chicos
sean bordes y bailen mal, mal de verdad, sino porque me parecería más bonito
aprender con él, hacerlo mal a la vez y hacerlo bien a la vez. Y que cuando
bailáramos juntos al final no me sintiera extraña, como torpe, como “aún no te
he cogido el punto”. Le dije que no quería ser una estrella del lindy hop, pero
sí su estrella, y volver al Roure después de uno de esos bailes de domingo.
Estupenda y animadísima lista!!!! Sacad brillo a los zapatos de baile, dadle al play y a patear el suelo! :)
Uiiiih!! Yo quiero aprender lindy hop con el Pepe :D Ahora me escucho la lista, a ver si me inspiro!!
ResponderEliminarTodavía no te hemos visto bailar.
ResponderEliminarAri, aún no bailamos, sólo hacemos pasos. Peeero en la fiesta de cumple de Deb bailamos el único paso que sabíamos entonces :P
ResponderEliminarPeeero yo no os vi.
ResponderEliminaradónde van a bailar? yo también quiero!
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