Para cualquiera que quiera trabajar con su creatividad de forma diaria, en TED nos regalan esta charla de una escritora que logró que su última novela fuera un bestseller (ahora van a hacer la película, el otro día alguna de las lectoras lo había publicado en su blog). Aquí habla sobre la presión y el miedo a no estar a la altura, a que tus obras no estén a la altura (tanto antes como después del "éxito"). Y propone verlo desde un enfoque diferente, basado en la concepción greco-romana del "genio".
Os copio unos fragmentos porque si no temo que no le deis al play (y no quiero que os lo perdáis!).
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(...) hace más de 20 años, cuando empecé a decir - cuando era una adolescente - que quería ser escritora, me topé con este mismo tipo de reacción basada en el miedo. Y la gente preguntaba, "¿No tienes miedo de que nunca vayas a tener éxito? ¿No tienes miedo de que la humillación del rechazo te mate? ¿No tienes miedo de trabajar toda tu vida en eso y que nada vaya a salir de eso y de que mueras sobre un montón de sueños rotos con la boca llena de la amarga ceniza del fracaso?"
(...) la gente creativa de todo tipo, parece tener esta reputación de ser enormemente inestable mentalmente.
(...) Tengo que encontrar algún modo de tener una distancia segura entre yo, mientras escribo, y mi ansiedad natural sobre lo que será la reacción a lo que escriba, de ahora en adelante. Y estuve buscando durante el año pasado modelos de cómo hacer eso, busqué a través del tiempo, y he intentado encontrar otras sociedades para ver si podrían tener ideas mejores y más lúcidas que las que tenemos acerca de cómo ayudar a la gente creativa, a administrar los inherentes riesgos emocionales de la creatividad.
(...) Los romanos creían que un genio era este tipo de entidad mágica y divina, que se creía, vivía, literalmente, en las paredes del estudio de un artista, algo así como Dobby el elfo domestico, y que salía y asistía invisiblemente al artista con su trabajo y daba forma al resultado de ese trabajo.
Si tu trabajo era brillante no te podías atribuir todo el mérito por él, todos sabían que ese genio incorpóreo te había ayudado. Si tu trabajo fracasaba, no era totalmente tu culpa, todos sabían que tu genio era algo débil.
Y entonces llegó el Renacimiento y todo cambió, y tuvimos esta gran idea, y la gran idea fue vamos a poner al ser humano individual en el centro del universo sobre todos los dioses y misterios, y no hay más espacio para criaturas místicas que toman dictado de lo divino. Y es el principio del humanismo racional, y la gente empezó a creer que la creatividad venía completamente del individuo mismo. Y por primera vez en la historia, empiezas a escuchar a gente referirse a este o aquel artista como si fuera un genio en vez de tener un genio.
Y debo decirles, creo que eso fue un gran error. Saben, creo que permitir a alguien, una simple persona creer que él o ella es como, el contenedor, la fuente, la esencia y el origen de todo misterio divino, creativo, desconocido es quizá demasiada responsabilidad para una frágil psique humana. Y creo que la presión de eso ha estado matando a nuestros artistas los últimos 500 años.
(...) Y lo que tengo que seguir diciéndome cuando realmente me pongo nerviosa es, no tengas miedo. No te abrumes. Solo haz tu trabajo. Continúa presentándote para hacer tu papel, sea cual sea. Si tu trabajo es bailar, baila. Si el divino, absurdo genio asignado a tu caso decide dejar que se vislumbre algún tipo de maravilla, aunque sea por un momento a través de tus esfuerzos, entonces "¡Olé!" Y si no, haz tu baile de todas formas. Y "¡Olé!" para ti, de todas formas. Creo en esto y siento que debemos enseñarlo. "¡Olé!" a ti, de todas formas, solamente por tener el amor y la tenacidad humana de continuar intentándolo.
(...) la gente creativa de todo tipo, parece tener esta reputación de ser enormemente inestable mentalmente.
(...) Tengo que encontrar algún modo de tener una distancia segura entre yo, mientras escribo, y mi ansiedad natural sobre lo que será la reacción a lo que escriba, de ahora en adelante. Y estuve buscando durante el año pasado modelos de cómo hacer eso, busqué a través del tiempo, y he intentado encontrar otras sociedades para ver si podrían tener ideas mejores y más lúcidas que las que tenemos acerca de cómo ayudar a la gente creativa, a administrar los inherentes riesgos emocionales de la creatividad.
(...) Los romanos creían que un genio era este tipo de entidad mágica y divina, que se creía, vivía, literalmente, en las paredes del estudio de un artista, algo así como Dobby el elfo domestico, y que salía y asistía invisiblemente al artista con su trabajo y daba forma al resultado de ese trabajo.
Si tu trabajo era brillante no te podías atribuir todo el mérito por él, todos sabían que ese genio incorpóreo te había ayudado. Si tu trabajo fracasaba, no era totalmente tu culpa, todos sabían que tu genio era algo débil.
Y entonces llegó el Renacimiento y todo cambió, y tuvimos esta gran idea, y la gran idea fue vamos a poner al ser humano individual en el centro del universo sobre todos los dioses y misterios, y no hay más espacio para criaturas místicas que toman dictado de lo divino. Y es el principio del humanismo racional, y la gente empezó a creer que la creatividad venía completamente del individuo mismo. Y por primera vez en la historia, empiezas a escuchar a gente referirse a este o aquel artista como si fuera un genio en vez de tener un genio.
Y debo decirles, creo que eso fue un gran error. Saben, creo que permitir a alguien, una simple persona creer que él o ella es como, el contenedor, la fuente, la esencia y el origen de todo misterio divino, creativo, desconocido es quizá demasiada responsabilidad para una frágil psique humana. Y creo que la presión de eso ha estado matando a nuestros artistas los últimos 500 años.
(...) Y lo que tengo que seguir diciéndome cuando realmente me pongo nerviosa es, no tengas miedo. No te abrumes. Solo haz tu trabajo. Continúa presentándote para hacer tu papel, sea cual sea. Si tu trabajo es bailar, baila. Si el divino, absurdo genio asignado a tu caso decide dejar que se vislumbre algún tipo de maravilla, aunque sea por un momento a través de tus esfuerzos, entonces "¡Olé!" Y si no, haz tu baile de todas formas. Y "¡Olé!" para ti, de todas formas. Creo en esto y siento que debemos enseñarlo. "¡Olé!" a ti, de todas formas, solamente por tener el amor y la tenacidad humana de continuar intentándolo.
¿Os ha dado ganas de oirla entera, verdad? Reservad 18 minutos para el día de hoy y atended. Además, cuenta dos anécdotas preciosas protagonizadas por una anciana poetisa norteamericana y por Tom Waits que no tienen pérdida.
ohhhhhh!!
ResponderEliminarhe tragado saliva, tengo un nudo...
ResponderEliminargracias :D
adoro a esta mujer, desde que me acabé el libro la echaba de menos, así que GRACIAS por descubrirme el vídeo, habéis mejorado mi salud emocional :-)
ResponderEliminarMe adhiero a lo dicho por las autoras de los comments precedentes.
ResponderEliminarParece como si un peso se hubiera quitado de encima.
Me encanto!! gracias x compartir este video. Muuuuy Bueno :)
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